Si estás levantando una pared y ves que se desvía de la vertical, yo, que no soy albañil ni tengo puñetera idea, intentaré corregir la desviación desplazando los ladrillos en sentido contrario a la desviación. Si corrijo en el otro sentido se me acabará cayendo la pared. Esto es de perogrullo. Si me doy cuenta de que va mal y corrijo a peor es que soy tonto del ciruelo o que quiero, voluntariamente, que la pared se caiga.
Algo así nos pasa en el país. Tenemos una serie de problemas graves, claros: crisis y desempleo, se está torciendo la pared. Y en lugar de enderezarla, va el gobierno y sube el IVA (menos consumo), rescata bancos (pagando los demás), sube impuestos a los más desfavorecidos (suprimiendo los de las grandes fortunas) y aprueba una reforma laboral para ¡facilitar el despido!.
¿Es que se han vuelto locos? Me resisto a creer que se han vuelto todos locos luego no me queda más opción que pensar que lo están haciendo deliberadamente, que quieren que se caiga la pared.
A lo largo de todo el siglo XX, los trabajadores, han estado luchando por una mejora de sus condiciones de trabajo y de vida. Con éxito. Si miramos como se vivía a principios del siglo XX en Europa y como se vivía a principios del XXI, podemos ver que los trabajadores han mejorado su calidad de vida sustancialmente, tienen condiciones de trabajo dignas, sueldos dignos, acceso de sus hijos a la enseñanza, sanidad, jubilación, prestaciones por desempleo, poder político y derecho a voto. Mientras tanto, las clases altas viven igual que hace un siglo porque esos no necesitan becas para estudiar sus hijos, ni hospitales públicos, ni jubilación. Ha sucedido que la diferencia entre unos y otros ha disminuido. Esta es la pared que se ha ido levantando y que ahora quieren que se caiga. Han permitido que se vaya construyendo esa pared porque había un país que servía de contrapeso, la URSS, y que, si no aflojaban un poco la soga, podía hacer radicalizar a los trabajadores y hacerlos ir hacia ese modelo. Lejos de mi intención glosar las excelencias del sistema comunista, pero lo cierto es que hacía su contrapeso. Para evitar que los trabajadores se radicalizan se les fueron concediendo una serie de mejoras sociales que desincentivaban el sistema soviético, que fiue lo que se conoce como Estado del Bienestar.
Pero ahora la URSS ya no existe. Ya no existe modelo alternativo que tiente a los trabajadores, sólo hay capitalismo salvaje. Ya no es preciso tener contentos a los trabajadores, no tienen alternativa. Vamos a hacerles retroceder el terreno que nos han ganado en 100 años, con la excusa de la crisis. Así los ricos volverán a poder ser ricos y lucir su riqueza sin que puedan encontrarse en el mismo restaurante el director y el empleado. Volver a los ricos con chistera, chófer y criadas, galas benéficas de gran lujo en favor de los pobres, exhibición indecente de riqueza de reyes, banqueros y obispos.
No se han vuelto locos, no, está todo perfectamente calculado y orquestado para que regresemos a los años 20, o anteriores, despido libre, sin indemnizar, sin prestaciones, miseria, precariedad, sujetos a la beneficencia y la caridad de los que dan limosna a la salida de la misa dominical. Que los hijos de los trabajadores no puedan estudiar, que las viviendas no puedan ser de propiedad y tengan que pagar un alquiler con lo que, si no son dóciles, se les despide y no tienen ni para comer ni techo para vivir.
Ahora ya lo entiendo, es una estrategia clara para hacernos retroceder, socialmente, un siglo.
3 d’agost del 2012
31 de juliol del 2012
Clase media, clase trabajadora
A muchos de nosotros nos han hecho creer que somos “clase
media”, que no somos clase trabajadora. Eso es para los “obreros”, clase baja,
denominación con claras connotaciones despectivas, “currucus”, “los del mono”,
etc. Nos han hecho creer que éramos cuadros (o floreros) y que teníamos un
status de clase media. ¡Qué error!
Hace algunos días, hablando con un abogado del Col·lectiu Ronda tuvimos esta reflexión, que
ahora comparto con todos los que lean esto. La persona en cuestión, Paco Pérez,
es, además de un excelente abogado según me consta, una persona con una visión
clara y lúcida de la sociedad y de la política actual.
La base era la
siguiente: si te tienes que levantar cada día para ir a trabajar y tu vida
depende de un sueldo, seas asalariado o autónomo, eres clase trabajadora. Mejor
pagado o peor pagado, vendes tu fuerza de trabajo a cambio de un cierto dinero
y si dejas de trabajar dejas de percibir ese dinero. Aunque tengas un chalet en
la playa y un vehículo de gama alta, te vayas de viaje de vacaciones en crucero
o te quedes en casa porque estás en paro y no puedes salir. Depende de cuánto
dinero tengas, pero eres clase trabajadora, tu retribución depende de tu
trabajo. Puedes cambiar de sueldo pero no de clase, salvo que des un braguetazo con la duquesa de Alba o similar.
Entonces ¿Qué es la clase alta? Pues a esos ni los hueles.
Son los grandes terratenientes, reyes, aristócratas, obispos, duques, condes y
marqueses, embajadores plenipotenciarios y similares. ¿Y la clase media? Pues
está claro. Los que, sin ser clase alta, no dependen de su trabajo diario para
vivir: los grandes empresarios, directores de bancos, altos magistrados,
parlamentarios, inversores y especuladores varios, propietarios de grandes
inmuebles que viven de sus alquileres y rentas , en fin, todos aquellos que no
necesitan trabajar para conseguir sus ingresos. Los que desgravan todo, IVA
incluido, y tienen el dinero en SICAV
y blanquean su dinero negro pagando sólo el 10%, en lugar de ponerlo en su
declaración de renta y pagar el 45% o más. Vamos, lo que antes se llamaba burgueses.
Los demás, tu y yo, somos clase trabajadora. Pagamos el IVA,
no tenemos inversiones en paraísos fiscales y los pocos ahorros que tienen
algunos, después de una vida de trabajo, se los comen los burgueses engañándonos
para que invirtamos en participaciones preferentes. Nos han
hecho creer que estábamos a ese nivel porque, muchas veces, hemos conseguido
superar, con esfuerzo y estudios, el nivel económico de nuestros padres y abuelos y tenemos una vivienda en
propiedad (con hipoteca más o menos pagada) lo que nos convertía en propietarios inmobiliarios, casi terratenientes (ja, ja, ja, que me parto).
O sea que, ¡hala! Ya sabéis cuál es vuestro sitio (y el mío)
en esta sociedad, cuando sube el IVA ya sabéis contra quien va la medida,
cuando crean el copago también, y cuando disminuyen o endurecen la prestación
desempleo igual. Ni a Botín, ni a Urdangarín, ni a Amancio Ortega les importa
el IVA, la seguridad social, la jubilación ni la prestación de desempleo. Eso
sólo afecta a las clases trabajadoras: a ti y a mí, y a un montón de pringaos que se creen clase media.
Lleves “mono” o corbata. No seas cretino, ni desclasao, a ver si te das cuenta de quienes son los tuyos.
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