A muchos de nosotros nos han hecho creer que somos “clase
media”, que no somos clase trabajadora. Eso es para los “obreros”, clase baja,
denominación con claras connotaciones despectivas, “currucus”, “los del mono”,
etc. Nos han hecho creer que éramos cuadros (o floreros) y que teníamos un
status de clase media. ¡Qué error!
Hace algunos días, hablando con un abogado del Col·lectiu Ronda tuvimos esta reflexión, que
ahora comparto con todos los que lean esto. La persona en cuestión, Paco Pérez,
es, además de un excelente abogado según me consta, una persona con una visión
clara y lúcida de la sociedad y de la política actual.
La base era la
siguiente: si te tienes que levantar cada día para ir a trabajar y tu vida
depende de un sueldo, seas asalariado o autónomo, eres clase trabajadora. Mejor
pagado o peor pagado, vendes tu fuerza de trabajo a cambio de un cierto dinero
y si dejas de trabajar dejas de percibir ese dinero. Aunque tengas un chalet en
la playa y un vehículo de gama alta, te vayas de viaje de vacaciones en crucero
o te quedes en casa porque estás en paro y no puedes salir. Depende de cuánto
dinero tengas, pero eres clase trabajadora, tu retribución depende de tu
trabajo. Puedes cambiar de sueldo pero no de clase, salvo que des un braguetazo con la duquesa de Alba o similar.
Entonces ¿Qué es la clase alta? Pues a esos ni los hueles.
Son los grandes terratenientes, reyes, aristócratas, obispos, duques, condes y
marqueses, embajadores plenipotenciarios y similares. ¿Y la clase media? Pues
está claro. Los que, sin ser clase alta, no dependen de su trabajo diario para
vivir: los grandes empresarios, directores de bancos, altos magistrados,
parlamentarios, inversores y especuladores varios, propietarios de grandes
inmuebles que viven de sus alquileres y rentas , en fin, todos aquellos que no
necesitan trabajar para conseguir sus ingresos. Los que desgravan todo, IVA
incluido, y tienen el dinero en SICAV
y blanquean su dinero negro pagando sólo el 10%, en lugar de ponerlo en su
declaración de renta y pagar el 45% o más. Vamos, lo que antes se llamaba burgueses.
Los demás, tu y yo, somos clase trabajadora. Pagamos el IVA,
no tenemos inversiones en paraísos fiscales y los pocos ahorros que tienen
algunos, después de una vida de trabajo, se los comen los burgueses engañándonos
para que invirtamos en participaciones preferentes. Nos han
hecho creer que estábamos a ese nivel porque, muchas veces, hemos conseguido
superar, con esfuerzo y estudios, el nivel económico de nuestros padres y abuelos y tenemos una vivienda en
propiedad (con hipoteca más o menos pagada) lo que nos convertía en propietarios inmobiliarios, casi terratenientes (ja, ja, ja, que me parto).
O sea que, ¡hala! Ya sabéis cuál es vuestro sitio (y el mío)
en esta sociedad, cuando sube el IVA ya sabéis contra quien va la medida,
cuando crean el copago también, y cuando disminuyen o endurecen la prestación
desempleo igual. Ni a Botín, ni a Urdangarín, ni a Amancio Ortega les importa
el IVA, la seguridad social, la jubilación ni la prestación de desempleo. Eso
sólo afecta a las clases trabajadoras: a ti y a mí, y a un montón de pringaos que se creen clase media.
Lleves “mono” o corbata. No seas cretino, ni desclasao, a ver si te das cuenta de quienes son los tuyos.
1 comentari:
Las diferencias socioeconómicas de los individuos integrados en una misma clase social, de cualquiera de las que nombras,son tan grandes que inevitablemente nos fuerzan a crear subclases. Pienso especialmente en una con fuerte implante y cada día más extendida en nuestro país: la clase o subclase social X -los excluidos del mercado de trabajo-, personas que por su juventud o excesiva madurez, su falta de cualificación o exceso de la misma, están condenados " in saecula saeculorum" a integrar las cifras del paro.
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