Supongamos dos personas, Juan que percibe unos ingresos de 7.500 € al año y Manuel que percibe 7.501 € al año, una diferencia de 1 € al año. Ambos viven en Barcelona, tienen más de 60 años y una discapacidad del 35%. Ambos, por razones varias, utilizan el autobús diariamente, efectuando 2 viajes al día, para ir al médico, al mercado o para lo que sea.
Como Juan tiene una renta inferior al IPREM (7.455,14 €, vamos a tomar 7500 para hacer "números redondos") y la normativa le permite disfrutar de la "tarjeta rosa" con lo cual los dos desplazamiento diarios en transporte público metropolitano le salen gratis. Por lo tanto dispone de una renta neta de 7.500 € al año, el transporte no supone un gasto.
En cambio, Manuel, con una renta superior al IPREM (por sólo 1 €) deberá pagar el 50% de sus transportes. Pongamos que 2 viajes al día, a 0,60 € (ya reducidos al 50%) para 200 días al año, salen 240 € de gastos en autobús, con lo cual le queda una renta neta de 7.501 menos 260, 7.241 €, o sea 259 € menos, lo que significa un 3,5% de sus ingresos. Sólo por el autobús.
Como resultado de una pretendida justicia social ("que pague más quien más gana", frase que comparto y no discuto en absoluto) se obtiene el resultado perverso de que quien más gana disfruta de menos dinero, es decir, que sale a cuenta que te reduzcan la pensión, es mejor haber cotizado menos en la vida laboral, ocultar ingresos, etc. Hecho completamente perverso que no incentiva en nada la productividad, la transparencia y en suma la justicia. Este es el resultado de las políticas de tramos que aplican las administraciones a muchos hechos: la renta, las becas, casi todas las ayudas, prestaciones, etc. Los criterios de las administraciones se fijan de forma discontinua, por tramos y cuando se está cerca del límite del tramo se cometen injusticias. En numerosos casos, por el hecho de ingresar unos pocos euros más al año, resulta en que se pierden descuentos, bonificaciones, etc. que resultan en el hecho de que ganar 100 € más suponga perder 10 veces esa cantidad. Es perverso. La justicia redistributiva se convierte en injusticia redistributiva. Un buen criterio mal aplicado se convierte en un mal criterio.
¿Tiene solución? Pues claro, siendo un poco más inteligente y competente. No mucho más, tampoco hay que pedir peras al olmo.
¿Cómo? Pues convirtiendo la escala de tramos, que matemáticamente es una función discontinua, en una escala continua. Cualquier estudiante que acaba el bachillerato debe saberlo hacer. Esto, que quizás hace 50 años podía crear problemas de cálculo, en la actualidad se puede hacer con cualquier calculadora, teléfono móvil o tablet. La fórmula, en este caso concreto, podía ser:
Así Juan tendría un descuento del 100% y Manuel del 99,99%. Los descuentos irían disminuyendo progresivamente a medida que aumentase la renta hasta que para 15.000 € el descuento sería 0%, evitando que se produzca el efecto. En el gráfico se puede ver como evolucionarían los descuentos en función de la renta. Además, con este cálculo, aquellas rentas mayores de 11.250€ verían reducido su descuento a favor de aquellas rentas que son inferiores a esta cifra que lo verían aumentado. Esto sí es redistribución.
Como se puede ver la fórmula actual (cuadros azules) presenta saltos o escalones que son los que producen el efecto perverso observado. Al introducir la fórmula para el nuevo cálculo (círculos rojos) este efecto desaparece y entre 7500 y 15000 € ya no hay un salto brusco sino una rampa continua de decrecimiento del descuento. ¿Tan difícil parece?
Las discontinuidades matemáticas y fiscales provocan injusticias sociales.
¿Porqué no se hace así? Ahí entra el terreno de la especulación y la conjetura. Probablemente porque no saben más, no han sabido hacerlo de otro modo. Probablemente el legislador, el que hace la norma, haya sido una persona con gran aversión, dificultad y, en consecuencia, incomprensión hacia las matemáticas, incluso las más simples. Probablemente gente "de letras" que se ven obligados a incluir criterios numéricos en sus textos legales, sin efectuar un pequeño análisis o, si lo han efectuado, sin saber cómo darle solución al problema, viviendo en un mundo decimonónico de contabilidad de manguitos, pluma de ganso y letra redondilla, sin valorar que estamos en el siglo XXI, donde la tecnología alcanza todos los rincones.
Reflexionemos. Esto es sólo un sencillo ejemplo. ¿Cuántas cosas se aplican con criterios discontinuos, por tramos, y por lo tanto injustos? ¡Y qué fácil sería arreglarlo!
Un último ejemplo. La tasa de basuras domiciliarias de mi municipio, Sant Andreu de la Barca (Barcelona). Esta tasa contempla (¡como no!) una escala discontinua en función del valor catastral de la vivienda. Se puede ver dando click aquí. Una persona cuya vivienda vale 72.121,46 € pagará 4,27 € más de tasa que aquel cuya vivienda valga 0,01€ menos, es decir 72.121,45 €. Un incremento de 1 céntimo en la vivienda provoca un incremento de 4,27 € en la tasa.
El número de ejemplos daría para hacer un tratado sobre el tema.
Sin más comentarios.
Cap comentari:
Publica un comentari a l'entrada